Los “tengo que” del día a día te pesan como si fueran el Anillo Único. La rutina te arrastra. No deja espacio. No hay hueco para lo que sientes, que se transforma en nudo, en enfado, en ansiedad, en una tristeza que no entiendes. Y entonces no sabes por dónde empezar a sacarlo.
Por eso te propongo crear juntas un ESPACIO. Imagina una cabaña. En mitad del bosque. Con un arroyo cerca. El fuego encendido y café caliente. Ahí vamos a parar el ruido.
Y vamos a mirar de frente el cansancio, no para quejarse, sino para entender.
Entender qué quieres de verdad. Por qué lo quieres. Desde dónde lo estás pidiendo. Cuándo vas a construirlo. Y cómo. Todo, DESDE LAS EMOCIONES. Porque son ellas las que te van a enseñar el camino.
No va a ser fácil, no te voy a mentir. Hace falta valor para abrirse. Para dejar de fingir que todo está bien.
Por eso, en este camino, estaré ahí. Como esa amiga que no se calla las verdades, pero que nunca te suelta la mano.
Empecemos con una conversación: